Si a una yema de huevo se le añade de pronto algún liquido caliente, se corta, formandose unos granitos duros; para evitar esto se calienta poco a poco. Se echan las yemas en una taza, se mueven con una cuchara y se templa, añadiendo con cuidado una cucharada de salsa, caldo o agua caliente, según la receta.
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