Éste es un sistema simple que sirve para casi todas las carnes y tiene los más excelentes resultados. Coje la carne que quiera asar y colóquela el día anterior tapada con agua y sal (es decir en salmuera). La densidad de la sal depende del tamaño de la carne y del tiempo que estará en remojo. Al día siguiente coloque la carne en el horno obteniendo una corteza crujiente y una carne sabrosa.
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