Para ello, corta las patatas en rodajas, procurando que sean de grosor medio para que queden tiernas por dentro y crujientes por fuera. Disponlas en una bandeja de horno y sazónalas con sal y pimienta al gusto. Agrega un generoso chorro de aceite de oliva virgen extra y mézclalas bien para que se impregnen con el aceite y las especias.
Coloca la bandeja con las patatas directamente debajo de la bandeja donde tienes el pollo al horno. De esta manera, las patatas aprovecharán el calor que desprende el horno y absorberán los deliciosos jugos que suelta el pollo durante su cocción, lo que les dará un sabor irresistible.
Durante el horneado del pollo, asegúrate de revisar las patatas de vez en cuando y darles la vuelta para que se doren de manera uniforme. Dependiendo del tamaño de las patatas y la temperatura del horno, estarán listas en aproximadamente 45 minutos a 1 hora.
Una vez que las patatas estén doradas y tiernas por dentro, retíralas del horno y sírvelas junto con los jugosos muslos de pollo. Esta combinación será el complemento perfecto para tu comida, añadiendo textura y sabor a cada bocado. ¡Disfruta de esta deliciosa y reconfortante comida casera junto a tus seres queridos!
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